Adiós
Suena el despertador. Lo apago. Vuelve a sonar. Lo vuelvo a apagar. Miro el reloj... "mmmm, se me hace tarde, tengo que ir a trabajar".
Llego al trabajo pensando que todavía es jueves. Las mismas caras de todos los días (y qué caras las de algunos), los mismos comentarios de todos los días y los mismos problemas de todos los días. Maldita rutina, espero que la jubilación sea mejor.
Bien, se me ha pasado la jornada laboral matutina de forma rápida. El truco está en no pensar.
Llego a casa de mi madre y le hago varias carantoñas a mi sobrino, que me responde con sus sonrisas carentes de preocupaciones y responsabilidades. Qué envidia me da.
Comemos y me conecto a Internet para leer la prensa deportiva. Me encuentro con un texto de un tal Ramiro Muñoz, que dice ser de la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas. "Menudo imbécil", pienso, otro político frustrado que miente y se inventa todo lo que quiere y más, con el agravante de que encima juega a ser profeta de los desgraciados mientras quiere ejercer de titiritero y convencerme de que tengo que gritar "Ortiz vete ya". A tomar por culo, cargaré otro periódico.
Ojeo titulares... Farinós, Sergio, 26 horas en autobús... Uff, las 3 y media pasadas. Me tumbaré en el sofá aunque sólo sean 15 minutos.
Suena el despertador. Lo apago. Vuelve a sonar. Lo vuelvo a apagar. Miro el reloj... "mmmm, se me hace tarde, tengo que ir a trabajar".
Salgo de casa y me dirijo al trabajo. Esto parece el "Día de la marmota", siempre me encuentro a las mismas personas y a los mismos coches durante el camino. Qué ganas tengo que largarme de esta ciudad y cambiar de aires. Bueno, ya queda poco.
Tarde aburrida y larga. La culpa es mía, por pensar.
Me llama un amigo: "¿cómo es eso de que dejas el diario?". Parece que le convencen y entiende mis argumentos.
Ya es casi de noche, tengo que darme prisa para llevar al perro al veterinario. Vacuna, pastillas y 45 euros, lo de siempre.
Por fin vuelvo a casa. Enciendo el ordenador y, mientras arranca, cojo la cena. Me pongo un episodio de "Cinco Hermanos" para acompañar la comida. Las 11 ya, me pican los ojos y todavía tengo que actualizar el diario... no, espera, ya no tengo que actualizarlo, ya no hay diario.
Me voy a la cama, me conecto el ipod y cargo el programa del sábado de la Rosa de los Vientos. Por fin un rato de tranquilidad y de disfrute personal.
Y me duermo.
Adiós, Dayán.
Video: Youtube (subido por NekoChari)